Ideas Principales

El texto a tratar en este trabajo es la carta LXX a Lucilio en la cual Séneca reflexiona sobre el suicidio. El suicidio en Séneca es una temática recurrente que atraviesa gran parte de su obra; desde sus cartas a Lucilio hasta sus tratados morales. Debido a esto se utilizarán breves citas de otros fragmentos (debidamente señalizadas) con tal de ejemplificar y dar apoyo a algunas de las afirmaciones aquí presentadas manteniendo como fragmento principal y base del comentario la carta LXX a Lucilio.

En esta carta Séneca afirma que el suicidio es un acto de libertad que puede o incluso se ha de llevar a cabo si “se presentan muchas cosas molestas” que  “perturban la tranquilidad”. Estas dos breves citas nos muestran la importancia que tiene para el autor mantener la apatheia incluso si esto le cuesta la vida al individuo. Como se expondrá más adelante la importancia del suicidio, a mi parecer, recae en mantener esta apatheia o imperturbabilidad característica del hombre sabio que es en la doctrina estoica la clave del cuidado de sí.

En la obra de Séneca la muerte no es un mal que debemos evitar a toda costa sino que es común a todo ser humano y debemos preocuparnos no por cuando morimos sino por como morimos; prefiriendo morir bien, concepto que define Séneca como “huir del peligro de vivir mal”, frente a morir mal. La muerte no debe temerse haciendo-lo en éste respecto irrelevante.

El concepto de la buena muerte o la muerte digna es extremadamente relevante hoy en día debido a los debates contemporáneos acerca de la eutanasia y el derecho a poner fin a la vida de uno mismo. En cierto modo los argumentos a favor de la eutanasia ante los cuales nos encontramos hoy en día se basan en los propuestos por Séneca.

Séneca nos invita a evaluar la calidad de nuestra vida dejando de lado la cantidad de vida que hemos vivido, argumento común en las campañas de legalización del suicidio asistido de nuestra generación. La importancia de la calidad de vida, frente a la duración de la misma, lleva a Séneca a afirmar más adelante que “no debe comprarse la vida a cualquier precio”, mostrando así que la vida no se debe entender como un valor supremo.

La importancia de la calidad de la vida se ve también en la siguiente cita de la carta LXXVII a Lucilio;

“Como una representación teatral, así la vida no importa cuanto dura sino cuán bien ha sido representada. No viene al caso en qué lugar acabas, déjala en el lugar cualquiera que quieras; dale tan sólo un buen final” 

El suicidio se entiende; como se ha mencionado anteriormente, como el ultimo reducto de libertad que nos permite abandonar la vida por nuestros propios medios evitando así el sufrimiento que puede llegar a causar el vivir. Resulta particularmente interesante en este respecto el ejemplo del niño espartano que decide darse muerte con tal de evitar la esclavitud expuesto por Séneca en la carta LXXVII. El acto de darse a si mismo la muerte permite abandonar la vida de manera digna manteniendo la calidad de nuestras vidas sin someter esta a la duración. Esta afirmación queda ejemplificada en la siguiente cita de la carta LXX a Lucilio;

“Pues no es cosa buena el vivir, sino el vivir bien. Así, pues, el sabio vivirá cuanto debe no cuanto puede”

El dolor puede ser un factor a tener en cuenta en la decisión respecto al suicidio. Aun así no se debe entender como dolor una mera incomodidad, sino como apunta Juan C. García-Borrón en su monografía titulada Séneca y los Estoicos, como “una irremediable y permanente situación de los más graves dolores” (pág. 217). Ésta afirmación es seguida por una críptica cita de Séneca extraída de la carta XLVIII a Lucilio que dice “Débil y cobarde el que muere por causa del dolor; necio el que vive para sufrir dolores”. De este modo se introduce la actitud de Séneca frente al suicidio como producto de las pasiones, que considera un acto inmoral y frívolo, validando moralmente únicamente el suicidio decretado por la razón.

Un buen ejemplo de la postura de Séneca frente al suicidio a causa del dolor y la enfermedad lo encontramos en la carta LXXVII a Lucilio cuando se pregunta acerca del suicidio de Tulio Marcelino que sufría una larga enfermedad dándole validez al afirmar más adelante:

“Pues aunque tenia conciencia de que estaba muriendo, sin embargo, murió muy suavemente y resbaló fuera de la vida. Pero ni siquiera ha inútil esta anécdota; pues a menudo la necesidad exige tales ejemplos”

  Séneca niega el presupuesto de la santidad de la vida, según el cual se afirma que el suicidio es un acto de sublevación frente a los dioses, para dar cabida a la libertad del individuo a decidir sobre el curso de su vida.

“Encontrarás también a quienes profesen la sabiduría que digan que no debe atentarse contra la vida y que juzguen contra derecho divino hacerse el matador de sí mismo; que debe esperarse la salida que la naturaleza decretó”

La importancia primordial de la libertad a la hora de decidir sobre el suicidio se muestra también en la siguiente cita;

“Nada mejor ha hecho la ley eterna que el habernos dado una sola entrada para la vida y muchas salidas”. 

La libertad del individuo de escoger, hecho que defiende Séneca apasionadamente; no implica aun así que el valor moral del suicidio ya que esta depende, como se ha dicho anteriormente, de si este consta como un acto de razón. El suicidio en Séneca podría incluso interpretarse como la más firme aplicación de la libertad al curso de la vida. Esta posición queda ejemplificada en la alegoría que hace Séneca al suicidio en el libro III de su tratado Sobre la Ira acaba con la siguiente pregunta retórica; “¿Buscas cuál es el camino hacia la libertad? Cualquier vena que haya en tu cuerpo” (De ira III, 15, 4), mostrando así la concepción del suicidio como acto libre en tanto que racional.

Para Séneca el suicidio es una posibilidad o incluso un deber pero no es para él en todos los casos motivo de grandes alabanzas. Es decir, es permisible pero no por esto es considerado virtuoso. Ésta contradicción queda ejemplificada en la carta LXX a Lucilio al afirmar lo siguiente;

“No obstante, algunas veces, incluso si una muerte segura esta cerca de un sabio y sabe que se le tiene preparado un suplicio, no se dará la muerte el mismo, lo soportará.” 

En cierto modo Séneca demuestra en este pasaje una cierta afinidad con la actitud de Sócrates ante su propia muerte; Sócrates pudo haber escapado, pudo haber incluso finalizado su propia vida pero decidió esperar a que acabase con él la cicuta, acatando así las leyes de Atenas y soportando la vida; esperando a que hiciera el verdugo el trabajo que le había sido asignado.

El propio Séneca se suicidó, como otros filósofos estoicos incluidos entre ellos el propio Zenón de Citio, tras ser ordenado por Nerón que terminase con su vida al  estar supuestamente involucrado en la Conspiración de Pisón en el 65 d.c. Séneca acabo con su propia vida en este mismo año cortándose las venas en una bañera caliente. La muerte de Séneca se podría entender como contraria a su propia doctrina respecto al suicidio siendo el acto conflictivo con lo expuesto en la siguiente cita de la carta LXX;

“Es una necedad el morir por el miedo a la muerte: viene el que tenga que matarte; espéralo. ¿Por qué te anticipas?¿Por qué te tomas la gestión de la crueldad ajena?”

Razones por las cuales he escogido el texto

El concepto de la buena muerte o la muerte digna es extremadamente relevante hoy en día debido a los debates contemporáneos acerca de la eutanasia y el derecho a poner fin a la vida de uno mismo. En cierto modo los argumentos a favor de la eutanasia ante los cuales nos encontramos hoy en día se basan en los propuestos por Séneca. Es por esta vigencia contemporánea y la vinculación que tiene el suicidio con el cuidado de si en la doctrina estoica que he escogido la carta LXX como base para este trabajo.

Relevancia dentro de la Antropología Filosófica

El suicidio en Séneca se relaciona estrechamente con el cuidado de uno mismo. En primer lugar el cuidado de uno mismo en Séneca tiene como objetivo alcanzar su ideal del hombre sabio aumentando la tensión del alma del individuo con tal de conseguir la apatheia. Ésta consiste en la total imperturbabilidad del alma frente a las desdichas de la vida alcanzando así la verdadera felicidad. El fin de todo hombre es esta felicidad, entendida como la confrontación de los problemas con tal de soportarlos, diferenciando la así de la felicidad más fácil de conseguir consistente en el placer. Dicho de otra manera, el cuidado de sí consiste en alcanzar la apatheia y de este modo la verdadera felicidad. Es en este punto en el que se relaciona el cuidado de sí con la posibilidad del suicidio ya que el ideal de sabio estoico debe enfrentarse a los problemas y mantener la imperturbabilidad mediante diversas técnicas incluidas entre ellas el suicidio. El último recurso del sabio en Séneca es afrontarse al constante dolor sacrificando su propia vida con tal de preservar la apatheia que ha conseguido durante su vida.

Esta relación nos muestra también en cierto modo la actitud hostil de Séneca frente a los suicidios provocados por las pasiones, o pathé. Cometer el suicidio obedeciendo a las pasiones; definidas en la obra de Séneca como hipolepsis siendo esta la tendencia a elaborar juicios de carácter moral sobre los hechos, constituye le fracaso de la doctrina estoica frente a los dolores de la vida. Solo el suicidio cometido debido a un mandato de la razón es un acto de la más verdadera apatheia mostrando la poca importancia de la vida y la imperturbabilidad del alma.

Comparación con las ideas de Platón

La postura de Platón es significativamente distinta a la visión propuesta por Séneca. Solo existen dos referencias explícitas al suicidio en los diálogos platónicos , la primera en el Fedón y la segunda en Las Leyes. Ambos fragmentos son breves y es precisamente esta ausencia de material y reflexión la causa de que la postura platónica sea tan vaga y carezca de los fundamentos de los cuales dispone la teoría de Séneca. El suicidio en Platón se muestra envuelto de “flojedad y cobardía impropias de un varón” y aquellos individuos que cometan el acto en cuestión serán enterrados “en la oscuridad, no señalando con columnas ni con inscripciones sus sepulcros”( Las Leyes 873d) .

Platón niega la legitimidad del suicidio considerando la finalización voluntaria de la vida como una ofensa a los dioses como se puede observar en el siguiente extracto en el cual Sócrates explica a Cebes la injusticia inherente al suicidio;

“Hay casos, sí, e individuos para quienes mejor les sería estar muertos que vivir, pero lo que tal vez parezca chocante es que para esos individuos, para quienes vale más estar muertos, sea una impiedad el hacerse ese beneficio a sí mismos, y tengan que esperar a que sea otro su bienhechor.” 

(Fedón 62a)

Sócrates le justifica la prohibición del suicidio a Cebes apelando a la noción de propiedad de los dioses sobre los humanos;

“Pero lo que sí me parece, Cebes, que se dice con razón es que los dioses son quienes se cuidan de nosotros y que nosotros, los hombres, somos una de sus posesiones. ¿No te parece así?” (Fedón 62b – 62c)

Esta postura prohibitiva es relajada al considerar el caso de la muerte de Sócrates mediante la cicuta que Platón no llega a considerar suicidio sino un acto de valentía ante las leyes de la Polis de Atenas. Esta afirmación se ve claramente en el siguiente extracto de las leyes en el cual expone las condiciones para que un suicidio sea legítimo.

“Hablo del que se mata a sí mismo, privándose violentamente de cumplir una parte de su destino, sin que se lo mande en justicia la ciudad ni se halle forzado por haberle incurrido en una ignominia para la que no haya remedio ni paciencia posibles” (Las leyes 873c – 873d)

Como se ha podido observar mediante los anteriores fragmentos de la obra de Platón y Séneca aunque las dos posturas sean opuestas la distancia entre ellas no resulta tan grande como la aparente a primera vista. Es cierto que Séneca dedica amplio espacio en su obra a la reflexión sobre la muerte y la muerte voluntaria evitando, por norma general, involucrarse en especulaciones metafísicas al respecto tratando la temática desde un punto de vista práctico; mientras que el trato de la temática de la muerte en Platón versa sobre la inmortalidad del alma y la especulación respecto al mundo de las ideas al cual acudirán las almas tras ser liberadas de las prisiones que son sus cuerpos. Esta diferencia explica en parte la discrepancia entre sus posiciones respecto al suicidio.

En primer lugar Séneca al reflexionar sobre el suicidio lo hace desde el punto de vista del individuo buscando la felicidad mediante la apatheia. Es por esta conexión entre la muerte, el cuidado de sí y la verdadera felicidad que Séneca considera legítimo el suicidio si este es fruto de una deliberación racional aunque rechaza profundamente los suicidios cometidos por la pasión o la cólera.

Platón en cambio se muestra contrario al suicidio calificando-la como se muestra arriba de acto carente de virtud e indigno. Es por esta razón que las dos doctrinas resultan aparentemente tan contrarias. Sin embargo al profundizar en los matices que ofrecen ambos a sus anteriores afirmaciones se muestra un cierto acercamiento.

Platón concede que el suicidio debido a una gran vergüenza o por mandato legal es aceptable hecho al cual alude en el extracto de Las Leyes citado anteriormente. La postura de Séneca también resulta ser más relajada de lo anticipado anteriormente al negar la validez de los suicidios cometidos debido a las pasiones restringiendo así el suicidio a los casos realmente necesarios en los que no constituye un acto frívolo.

Bibliografía:

Séneca. Cartas a Lucilio, Editorial Juventud. Barcelona 2006.

ISBN:84-261-1933-6

García-Borrón, Juan C. Séneca y los Estoicos. Gráficas Marina S.A. Barcelona 1956.

Rist, J.M., Stoic Philosophy. Cambridge University Press. Cambridge 1977. ISBN:052129201-8

Morford, Mark. The Roman Philosophers. Routledge. London 2002.

ISBN: 0-415-18825-0