Aristóteles da a lo largo de su obra varias listas de categorías, en primer lugar, en su obra Categorías, da una lista de las categorías posibles siendo éstas: Sustancia, cuánto, cuál, respecto de algo, donde, cuando, estar en cierta posición, tener, hacer, padecer. (1b25). En la Metafísica en cambio se dan las siguientes categorías “Por lo tanto, puesto que algunos predicados expresan lo que es el sujeto, y otros expresan la cualidad, otros la cantidad, otros la relación, otros la actividad o la pasividad, otros el lugar y otros el tiempo.”(1017a).
La sustancia, según Aristóteles, es aquella que es llamada así “del modo más estricto, prioritario y eminente, aquella que no se dice de un sujeto ni se encuentra en sujeto alguno.”(2a11-13). Es decir, las sustancias son en éste primer sentido, entes particulares, como por ejemplo Sócrates. Las sustancias primeras constituyen la base de todas las demás entidades. Aristóteles afirma que éste es el uso más apropiado de sustancia ya que al “oficiar de sujetos para absolutamente todas las demás y por el hecho de que toda otra, o bien se predica de ellas, o bien está en ellas, por eso, las sustancias primeras se denominan ‘sustancias’ en el más alto grado.”
Además de éste primer sentido de sustancia, existe también un segundo modo de denominar a la sustancia, la sustancia segunda que son definidas por Aristóteles en las Categorias como “las especies a las cuales pertenecen las que se denominan sustancias en sentido prioritario.”(2a15) Las sustancias presentan características distintas de las que presentan el resto de las categorías, ya que en cierto sentido éstos no admiten un contrario, es decir, no existe un contrario a un hombre. Además de esto, ya que la cantidad determinada tampoco admite de contrarios, no podríamos pensar un contrario de 10, tampoco admiten graduación, es decir: “Pues [un individuo] no es más hombre que otro, a la manera en que algo blanco es más blanco que otro, o algo bello es más bello que otro.”(3b40-4a1)
Aunque no exista un contrario, la sustancia sí es receptiva de los contrarios en tanto que los predicados que se hacen de ella pueden ser contrarios, es decir, “El hombre particular, siendo uno y el mismo, en ocasiones se hace blanco y en otras negro; caliente y frío; malo y bueno.”(4a18-20).
Aristóteles pasa posteriormente a analizar la categoría de cantidad, dividiéndola en dos sub-grupos. El primer sub-grupo son las cantidades discretas (siendo el número o los enunciados los ejemplos de éste), el segundo las cantidades continuas ejemplificado por la línea o la superficie. La segunda distinción que establece Aristóteles es entre “la que está compuesta de partes que tienen posición unas respecto de otras, y la que no está compuesta de partes que tienen posición.”
Aristóteles pretende mostrar que las cantidades relativas, como por ejemplo grande y pequeño, no son en sentido estricto cantidades sino que son emisiones relativas encubiertas. Esta afirmación se basa en el hecho que, como se ha afirmado anteriormente la cantidad, al igual que la sustancia, no admite contrarios cosa que el predicado grande sí. En palabras de Aristóteles; “Pues lo ‘grande’ y lo ‘pequeño’ se consideran por referencia a otro, de donde resulta manifiesto que ellos se encuentran entre los ‘relativos’”(5b28-30). Es más, si tomamos como cantidades contrarias grande y pequeño entonces “el mismo objeto es a la vez tanto pequeño como grande.”
Debido a su carácter relacional que lo hace grande frente a una cosa y pequeña frente a otra. Esto resultaría una clara violación del principio de no contradicción, haciendo que grande y pequeño no puedan ser contrarios aunque se encuentren, hipotéticamente, entre las cantidades. La cantidad no parece admitir tampoco el más y el menos.
Parece hasta aquí que la cantidad comparte los atributos de la sustancia aunque, con tal de distinguir la cantidad de otros atributos, Aristóteles afirma que “aquello que es máximamente propio de la cantidad es el ser llamada tanto ‘igual’ como ‘desigual’”(6a26-28). La discusión sobre las categorías sigue su curso esta vez analizando el grupo de los relativos, “aquellos tales, que aquello mismo que ellos son se dice que lo son de otros, o de cualquier otra manera en relación a algo diferente.”(6a36-38) Este grupo queda ejemplificado por vocablos como doble, más grande de y demás. Éstos conceptos, a diferencia sobre todo de la sustancia, se dice siempre de algo, como por ejemplo ‘conocimiento’ que siempre es de algo, como conocimiento de las leyes físicas, o de modo más general “el conocimiento se dice conocimiento de lo cognoscible”(6b34). Surge aquí una posible controversia que hace notar Aristóteles. Al afirmar que todos los relativos son relativos de algo se establece un parecido con las sustancias segundas ya que según Aristóteles éstas son siempre propiedades de algo, de una sustancia primera. Aun así Aristóteles consigue distinguir de nuevo el uno del otro. Los relativos, al decirse de otros afirman también siempre algo sobre el ente del cual se dicen. Es decir, si afirmas un individuo es ‘doble’ adquieres conocimiento también sobre aquello de lo cual es doble. Las sustancias en cambio no tienen este atributo, un conocimiento de ellas es perfectamente compatible con una ignorancia respecto a aquello en referencia al cual se enuncian. Es decir, podemos conocer perfectamente auqllo que es cabeza sin saber de quien es la cabeza.
En la relación, a diferencia de lo ocurrido en las categorías expuestas por Aristóteles anteriormente se da la contrariedad. Además, los relativos también parecen admitir el más y el menos aunque no puede considerarse una atributo propio de todo el grupo ya que existen algunos que no lo admiten, como por ejemplo el doble. Aquí parece dar más peso Aristóteles a su afán de sistematizar que a su intento de exponer lo que realmente es, es decir, parece dominar el interés por el sistema por encima del interés por sistematizar la realidad cuando éste afirma que podría resultar necesario la invención de términos para hacer encajar su categorización con la realidad. Tomemos los siguientes ejemplos: “El timón es timón de lo ‘timoneado’ […] la cabeza, por ejemplo, quedará más apropiadamente expuesta al ser dicha de lo ‘encabezado’, que del animal.” (7a10-17).Respecto a su aparición simultánea unos se dan de manera simultánea, como ‘doble’ y ‘mitad’ mientras que otros, como ‘cognoscible’ y ‘conocido’ o ‘perceptible’ y ‘percibido’, no se implican simultáneamente de la misma manera debido a que es posible considerar la existencia de lo cognoscible sin la existencia del conocimiento.
Aristóteles pasa entonces a analizar la categoría de Cualidad, que “se cuenta entre las cosas que se dicen de muchas maneras.”(8b27). En primer lugar, la cualidad se dice que es estado y disposición. El estado es más duradero, estable y difíciles de modificar que la disposición, que son aquellas “fácilmente removibles y cambian con rapidez.”(8b35). La cualidad se dice también, en un segundo sentido, como capacidad natural. Es decir, “no por estar dispuesta de una cierta manera, sino por poseer la capacidad natural de hacer algo fácilmente,”(9a17-20). Se contempla también un tercer género de cualidad, siendo estas las cualidades afectivas, denominadas así debido a que “cada una de las cualidades antes mencionadas es productora de una afección en el plano de las sensaciones que tales cualidades se llaman ‘afectivas’”(9b6-8). También se llama cualidad a la “figura y la forma propia de cada cosa,”(10a11).
Aristóteles establece una diferencia entre las cualidades (poiótetes) y los cuales (poía) aquello mencionado por paronimia. Es decir, establece una distinción entre lo blanco y la blancura. Ésta nueva distinción resulta también en ocasiones problemáticas debido a que en ciertos casos no existen los nombres para designar los poía a partir de los cuales se designan las cualidades. Además, aun cuando exista una poía desde la cual se designa la poiótetes la derivación no se da por paronímia, siendo el ejemplo utilizado por Aristóteles hombre óptimo de virtud. Este fenómeno lleva a Aristóteles a ampliar la definición afirmando que “se denominan cuales las cosas que son designadas por paronimia a partir de las referidas cualidades, o que son denominadas de cualquier otra manera a partir de éstas.”(10b10)
En las cualidades se da también la contrariedad, como la injusticia es contraria a la justicia o el blanco contrario a lo negro, aunque no en la totalidad de los casos. Además, as cualidades pueden ser graduadas, es decir, admiten el más y el menos; “En efecto, algo se dice ‘más o menos blanco’ que otra cosa, o ‘más justo’ que otra cosa.”(10b26-28). De modo análogo con lo ocurrido con el fenómeno de la contrariedad en las cualidades tampoco todas las cualidades soportan el más o el menos. Tomemos por ejemplo el cuadrado, parece absurdo afirmar que algo es más o menos cuadrado, ya que “las cosas que acogen en sí [la noción] del triángulo o la del círculo son, todas ellas, triángulos o círculos en la misma medida.”(11a6-8). La característica definitoria de las cualidades es según Aristóteles “el ser llamado ‘semejante’ o ‘desemejante’ en conformidad con ella.”(11a18-19).
La discusión de las demás categorías es considerablemente menos extensa que la discusión que ha realizado Aristóteles de las categorías individuales expuestas hasta ahora. El pasaje que se resume a continuación es, debido a razones estilísticas la de autoría más dudosa del tratado. Aristóteles afirma que tanto el hacer y el padecer admiten la contrariedad y el más y el menos. Las nociones de donde, cuando y tener son considerados tan evidentes por Aristóteles que se limita a afirmar lo siguiente; “el tener significa ‘encontrarse calzado’ o ‘armado’ ; el donde, por ejemplo, ‘en el Liceo’, y las demás todo lo que de ellas fue dicho.”(11b12-13).
A continuación Aristóteles trata la oposición, intentando mediante su exposición determinar las maneras posibles de oposición entre entidades. Aristóteles distingue en primera instancia cuatro tipo de oposiciones; “(i)sea el modo de los relativos; (ii)sea al modo de los contrario; (iii) sea como la privación y la posesión; (iv) sea como la negación y la afirmación.”(11b17-19). Aristóteles ejemplifica cada una de estas relaciones de oposición con los siguientes ejemplos: el doble y la mitad, lo malo y lo bueno, la ceguera y la vista, está sentado y no está sentado respectivamente. El primer tipo de oposición a tratar es la oposición como relativos, en la cual la afirmación de uno se entiende como referencia a su opuesto. Es decir, lo doble se enuncia siempre en relación a la mitad. El segundo modo de oposición, en cambio, “de ninguna manera se enuncia por referencia a la otra.”(11b32-35). La oposición por contrariedad sufre una segunda división interna ya que existen opuestos por contrariedad que no admiten un término intermedio entre los dos, como por ejemplo la enfermedad o la salud, y otros que sí permiten una tripartición. El blanco y el negro son un claro ejemplo de éste segundo tipo de oposición por contrariedad ya que no resulta necesario que un objeto sea o blanco o negro sino que existen terceras posibilidades, como por ejemplo el gris. Resulta interesante apuntar aquí que Aristóteles incluye en este sub-grupo la oposición que se da entre lo bueno y lo malo, “pero no es necesario que uno u otro de ellos se dé en aquellas entidades de las que se predican; pues no todas las cosas son, o bien malas, o bien buenas.”(12a15-17).
El tercer tipo de oposición, aquella que se da por posesión o privación, se da siempre respecto a una misma cosa; en el ejemplo de la vista y la ceguera, respecto al ojo. La posesión y la privación se enuncia “respecto de aquello en lo cual es natural que la posesión se genere.”(12a27-30). Mediante éste apunte Aristóteles consigue reducir el ámbito de aplicación del término privación haciendo que únicamente se aplique en los casos en los cuales resultaría de esperar que ésta capacidad se tuviese. Es decir, según la argumentación aristotélica resultaría inadecuado el uso de estéril en tanto que privación respecto a un niño ya que no es de esperar que éste fuese fértil.
Aristóteles pasa a afirmar que la ceguera y la vista no se oponen a modo de contrarios ya que no se cumplen las condiciones expuestas anteriormente respecto a éste tipo de oposición. Aristóteles afirma que no es necesario que se den el uno o el otro, la ceguera o la vista, debido a que se dan casos en los cuales no compete aun a un objeto poseer éstos atributos y por ende no posee vista ni se encuentra privado de ella por la ceguera. Éste punto parece un punto discutible debido a que resulta contra-intuitivo afirmar que un recién nacido cuyos ojos aun no ven no sea ciego. En éste instante es ciego, aunque en un futuro pueda dejar de serlo. El siguiente paso en la argumentación aristotélica afirma que “Pero tampoco [ser ciego y tener vista] son ítems entre los que exista algo intermedio: pues a veces es necesario que uno u otro se dé en todo sujeto receptivo.”(13a7-9). Este segundo paso resulta también aparentemente falaz debido a que, como se puede observar con facilidad, no se es o ciego o vidente debido a que existen cegueras parciales, de un ojo o de ambos que obligan al uso de gafas.
Posteriormente Aristóteles, como si no quedase satisfecho por la argumentación anterior, se propone una vez más distinguir la oposición por contrariedad de la oposición por privación y posesión. Aristóteles pasa a distinguir entre ambos al afirmar que “respecto de los contrarios, si se da el sujeto receptivo, puede producirse un cambio de uno al otro, a no ser que uno solo pertenezca por naturaleza a algo.”(13a17-21). La discusión continúa mediante una ejemplificación, Aristóteles afirma de manera sensata que el enfermo puede sanar y el sano enfermar, afirmación que casa perfectamente con nuestras intuiciones al respecto. Afirma también que “ciertamente es posible transformarse tanto de bueno en mal como de malo en bueno.”(13a23-24). El problema surge cuando Aristóteles afirma que el paso de una privación a la posesión, entre los opuestos de éste modo, resulta imposible. Parece ser que no se esté teniendo en cuenta, por razones obvias, que se pueda pasar de una ceguera, parcial o completa, hacia la posesión de la visión. Resulta razonable tener en cuenta que este paso resultaba imposible entonces, pero no ahora. La afirmación anterior respecto a este ejemplo, el más utilizado por Aristóteles, resulta razonable por el contexto histórico aunque otros pares opuestos utilizados a modo de ejemplo por Aristóteles parecen más propensos a un paso de la privación a la posesión, como por ejemplo el ser dentado o desdentado. Aristóteles en el De Anima si hace referencia a la posibilidad de un anciano de volver a ver tras quedar ciego, cosa que hace concebible el paso aunque físicamente imposible. Entendiendo así el texto, resulta entonces un tanto inapropiada el uso de imposible en un contexto de tratado lógico cuando la imposibilidad lógica es bien sabida que es distinta de la imposibilidad física.
Tras esta discusión Aristóteles pasa a definir el cuarto tipo de oposición, la oposición por afirmación o negación. Esta cuarta forma de oposición queda caracterizada por el hecho que “resulta necesario que siempre una de ellas sea verdadera y la otra, falsa.”(13b2).
La noción de contrario recibe ahora una caracterización. Aristóteles afirma que lo contrario a un bien, es por necesidad un mal. La necesidad no es bilateral debido a que “para un mal, en cambio, a veces lo contrario es un bien, y otras veces, un mal.”(14a2-3) Aristóteles muestra aquí su postura ética al afirmar que el término medio es contrario a los dos males y es un bien, aunque afirma que ésta disposición se da en contadas ocasiones ya que en la mayoría de caso el bien es contrario al mal. Afirma Aristóteles que los contrarios se generan en torno a lo mismo, como por ejemplo la salud y la enfermedad en torno al cuerpo de un animal o “justicia e injusticia, en el alma.”(14a18). Por lo tanto los contrarios deben darse en un mismo género, en géneros contrarios o que sean ambos géneros en sí.
La siguiente noción que trata ahora Aristóteles es la noción de anterior. Que, al igual que el término oposición tiene cuatro usos. El primero de los usos es relativo al tiempo, siendo anterior equivalente a “sea mayor el tiempo transcurrido.” El segundo uso hace referencia a “lo que no se convierte según la consecuencia en el ser,”(14a31), queriendo ejemplificar aquí una relación parecida a aquella que existe entre el uno y el dos, relación en la cual la existencia del dos, posterior, implica la existencia de uno. Es decir, de la existencia del dos se sigue que el uno es mientras que del uno no se sigue la existencia del dos, haciendo el uno, en éste sentido, anterior al dos. En palabras de Aristóteles la anterior explicación toma la siguiente forma; “Ahora bien, parece ser ‘anterior’ lo que es tal que, a partir de ello, no se sigue la consecuencia de que exista [lo restante].”(14a32-35)El tercer sentido de anterior se dice respecto al orden; como ocurre, según Aristóteles, en los discursos o en las ciencias. Este uso de anterior queda perfectamente ejemplificado por la afirmación que “en gramática, las letras son ‘anteriores’ a las sílabas.”(14b1). Parece a primera vista poco nítida la distinción entre el segundo y el tercer uso ya que también se podría afirmar que las letras son anteriores, en tanto que su existencia no implica la existencia de lo posterior, a las sílabas.
El cuarto, y último uso de anterior, hace referencia al valor y puede resumirse su uso de la siguiente manera: “aquello que es mejor y más valioso parece ser anterior por naturaleza.”(14b14-15). Como apunte final Aristóteles introduce una quinta noción de anterior según la cual “de una u otra manera sea causa , para el otro, de su ser.”(14b13).
La noción de simultáneo recibe en el Capítulo trece de la obra un análisis. El primer uso de simultáneo se aplica a aquellas entidades “cuyo origen se da en el mismo tiempo, pues ninguna de ambas es anterior ni posterior”(14b25). Se aplica también el calificativo de simultáneo a aquellas cosa que aparecen simultáneamente en el ser, “sin que de ningún modo alguna de ellas sea causa de su ser para la otra,”(14b28). Un ejemplo de esta relación es aquella que se da entre el doble y la mitad ya que ambas entran en existencia de manera paralela.
Tras esta discusión se hace un análisis de las especies de cambio enumerados como generación, corrupción, crecimiento, disminución, alteración y cambio locativo. Tras argumentar de manera imprecisa sobre la diferencia de los tipos de cambio unos de otros, con tal de justificar la división, Aristóteles afirma que “Tomado en un sentido absoluto, el cambio es lo contrario al reposo.”(15b1). Aun estando opuestos todos al reposo en general existen entre ellas oposiciones particulares como la oposición entre el crecimiento y la disminución o la generación y la corrupción. Estas oposiciones, sobre todo la segunda no parecen ser tan obvias, ni se encuentran suficientemente argumentadas como pretende Aristóteles. Parece forzado afirmar que la generación se encuentra opuesta a la corrupción debido a que parece más obvio afirmar que la generación es lo opuesto a la aniquilación. Al tratar sobre lo opuesto al cambio locativo Aristóteles introduce de manera implícita su teoría del movimiento, teoría en la cual los objetos se desplazan hacia su lugar de reposo natural, es decir, los pesados hacia abajo y los ligeros hacia arriba.
Tras esta breve exposición de las especies de cambio en el Capítulo quince Aristóteles expone los sentidos en los cuales se utiliza tener. En primer lugar se dice “según el estado, disposición o alguna otra cualidad”(15b18). El segundo uso de tener que contempla Aristóteles hace referencia a la cantidad, en el sentido de “se dice que tiene un tamaño de tres o cuatro codos”(15b20). Un tercer sentido es aquel en el cual hacemos referencia a aquello que rodea el cuerpo, como por ejemplo, tiene unos zapatos. El cuarto sentido expuesto aquí es “según [aquello que está] en una parte [corporal].” Uso ejemplificado por expresiones del tipo, tiene un anillo en la mano. El quinto sentido en el que se usa tener es la posesión de la parte en la cual se encuentra algo, como por ejemplo tengo una mano, la mano en la cual estaba el anillo. Existe también un sexto uso de tener, el uso de tener en tanto que es contenido en un recipiente. El séptimo, y último uso de tener hace referencia a la posesión, “pues se dice que ‘tenemos una casa’ y ‘tenemos un campo’.(15b27)